"sé muy bien el río de mi infancia
sus islas siguen pobladas de esmeraldas,
de corsarios y resplandores de cometas
hay tesoros que relucen en su horizonte de alisos,
y magníficos rostros de ménades
agitándose en la bruma
pero el paisaje no ha cambiado:
han cambiado mis ojos, que llevan a cuestas su
sabiduría cansada
la luna me lo recuerda con sus delgados hilos
de plata, que se angostan
y se pierden en la infinita soledad de la noche (...)"
(La tierra en fuga, fragmento de "El río decimal")