para bien o para mal
tres nudos franciscanos
amarraron tus costillas
hija de una pluma diamantina
de una furiosa marea de fe
en entrevero con hiedras esmeraldas
soles temibles, voluntad de tapiales
así ocurrió la nidación
en ramitas de eucaliptus, y hoy
entre sus hojas
trepida la infinitud
que nos encuentra
¿podía tu espalda dulce alunarada
ser blanco sugerente de topacios?
¿o era la fiebre de una jungla
lo que ardía en tus mejillas?
yo recuerdo
llevabas beatles zurcidos en los labios
y la piedad del cántaro en la mano
como si de tu agua dependiesen
locos, farsantes, mercaderes,
estibas, poetas, abogados…
dame una vez más, dame
la canción aquella que decía:
“en mi vida, los he amado a todos”